lunes, 10 de junio de 2013

Partir


Domingo 09 de junio, 1572
A varios kilómetros de  Costa Cosha, El Caribe.

Bitácora del Capitán:

Escribo esto con el corazón hecho un trapo de cubierta.

Marejadas he visto, vientos cambiantes, oleajes que no cesan, tormentas que abaten... pero nada como un atropello al alma. Hace un tiempo mi tripulación y yo desembarcamos en una costa cercana para abastecernos de recursos necesarios para seguir viajando: aceite, alimentos, agua dulce, un poco de ron, pólvora... nada de otro mundo. Pero tuve la suerte de ver algo que sí lo era, algo de otro mundo.

Una linda joven, con sonrisa cautivante y manos de gitana suaves como la seda. En una noche de fiesta en el puerto, mientras todos los demás estaban ocupados en algarabías, desorden y bebidas, yo estaba pasándole una vela para que pudiese verse mejor en el espejo que siempre vendían por la zona, pero nunca se vendió. Ahí fue cuando pude ver el resplandor de sus ojos. Sobra decir que la misión de llenado del barco que debió durar una semana o dos tardó unos cuantos meses. No podía dejar de estar con ella.

Pero mi tripulación esperaba y mi destino estaba claro, y para llegar debía partir del puerto; debía dejarla a ella. El tiempo pasó volando como si hubiese estado bajo los efectos de un sedante, casi todo fue bueno, sus caricias casi tan tiernas como las de una madre; pero no puedo hacerla venir conmigo. Tomé mi sombrero, até mis zapatos, le dí un beso y partí.

Quisiera decir que extraño las fiestas del puerto, pero solo la extraño a ella. Lástima que solo fui uno más para sus manos de seda.

.-Capitán Jorge A.-.

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