martes, 1 de abril de 2014

Tu marca



Esto es dedicado para ti, princesita.


Rayos, de verdad quise escribir que a lo mejor no me recuerdas...
Pero algo muy dentro de mí cree que sí lo haces.
Porque lo nuestro no fue común.
Nosotros no eramos comunes.
Lo que siento no es común.

Sé que los niños, por su temprana edad, no están supuestos a hacer el mal.
No intencionadamente.
Pero tú...
Tú eres la excepción.
Te marchaste.
Me dejaste abandonado, ansioso de verte.
No dejaste forma en que volviese a contactarte.
Desapareciste.

¿O sí me dejaste contacto alguno?
Te juro que no recuerdo casi nada de nuestros días.
Aquellos días nuestros tan inocentes.
Nuestros días tan llenos de alegría y sonrisas.

Y no, no es redundancia, sí eran nuestros.
Eran nuestros porque entre nosotros había más química 
que en cualquier laboratorio hoy día.
Entre nosotros ardía un fuego más intenso
que cualquier encuentro sexual sin sentido de los que nos gloriamos los jóvenes.
Un fuego más caliente que cualquier estrella en esta galaxia.
Una pasión más abrumadora que... ni te cuento.

Y éramos solo niños.
Solo dos niños enamorados... (¿o era solo yo?)
que jugaban a ser los reyes del área de juegos.
Yo, aventurándome en la torre a tu encuentro.
Tú, esperándome dentro, preparando tus caricias.
Esas suaves caricias... (No, no era solo yo. Tus manos no mentían)

Y ahí estábamos, solos en nuestro reino.
Con el portón amarillo abierto,
y las grises murallas a nuestro alrededor,
siendo todo ese fresco aire testigo de un amor puro.
Un amor tan puro que me marcó.

Ignora esta lágrima que brota de mí ahora. Solo sigue leyendo, linda.

En esta vida tan fugaz,
tú eres mi cometa Halley,
que cada cierto tiempo vuelves a mí,
para recordarme que los momentos perfectos sí existen;
y me instas a no olvidar.

¿Sabes, princesa...? Duele no recordarte.
Pero más me dolería olvidarte.
Pues ese pequeño momento que tuvimos juntos,
de sana intimidad,
en el que me tenías recostado de tus piernas,
mientras acariciabas mi pelo,
ese pequeño momento marcó mi vida.
Me dejó marca.
Tu marca.

Como aquellas marcas que quedaron en aquel árbol,
de aquel club que vio nacer lo nuestro.
Aún veo ese árbol cada vez que paso por allá y le pregunto:
"¿Todavía me recuerdas? Yo sí te recuerdo."

Veo nombres tallados que muchos niños inocentes dejaron en su tiempo.
Sé que no era correcto ni adecuado...
Pero no sabes cuánto daría
por el hecho de que tú y yo
hubiésemos dejado nuestros nombres ahí grabados.

Así el árbol, si voy mañana a visitarlo, me respondería:
"Claro, Jorge. Aquí te tengo grabado, junto con......
... por cierto, ¿cómo está ella?"

No podría responder a eso, pues no sé.
Pero al menos, si eso hubiese pasado, sabría tu nombre.
Porque ni eso sé.

No hay una sola vez en el que mire nuestras tierras,
nuestro reino,
y no piense en ti.
Sé que para este momento no me recuerdas en lo absoluto.
O que algo hubo entre nosotros.
O que hace más de 14 años tuviste un amor puro conmigo.
Que hace más de 14 años me acurrucaste sobre ti,
acariciaste mi pelo, me sonreíste dentro de nuestro pequeño castillo,
y me dijiste:

"Mi principito."

Irónico es,
que no puedo recordar nada de mi princesa,
pero mucho menos puedo olvidarla.

¿Nos veremos en sueños alguna vez?