miércoles, 18 de noviembre de 2015

Caminé

Hace unos días decidí echar una caminata
por aquellos lugares que tengo algún tiempo sin recorrer,
y me dí cuenta de algunas cosas
que desde hace tiempo evitaba ver.

Pasé por aquellas plazas verdes,
llenas de enamorados y basuras regadas,
con muchos árboles frutales a medio crecer
en las cuales una vez dejé un lazo rojo
y ahora se ha tornado azul.

Pasé por aquellos parques centenarios
con memorias de héroes caídos,
donde una vez hice levantar una cabeza,
y en otra ocasión me la hizo bajar a mí.

Me paseé por una meseta de cocina
que una vez susurraba mi nombre
bajo aromas de verduras y hortalizas.
Ahora, inodora, está profundamente arañada,
y las marcas escriben otro nombre.

Caminé mucho hasta llegar al campo,
para poder recordar las lomas verdes
que una vez añoré hacer mías.
Pero resulté ser un extraño, un forastero,
le pertenecían otros pies.

Me duelen un poco los pies,
los siento cansados, algo hinchados,
desgastados.
No es conveniente caminar por senderos conocidos
pero malogrados, atropellantes.

Es mejor buscar nuevos pastizales,
sendas de arena fina, tibia,
o atajos de cemento.
Sea cual sea el camino
hay que seguir caminando.