viernes, 24 de julio de 2015

Quedé colgado

Quedé esperando una señal,
un detalle,
un gesto,
una mirada, siquiera.

Los días pasan,
la Luna y el Sol mantienen,
sin descanso,
sus jornadas,
el tiempo sigue sin pedir permiso,
y no hay más de otra
que resignarnos a observar,
a dejarnos llevar.

Y yo observo,
sin dejar de esperar,
no dejo que vuele el tiempo,
no se lo permito.
Lo tengo bien atado a los recuerdos.
El tiempo siente ese peso,
y por eso se siente más lento.

Un día como hoy,
justo como cualquier otro,
pero la diferencia es
que era hoy,
esperé.

Me senté al borde del camino,
bien amplio,
concurrido,
accesible.
Y los vi a todos pasar,
hubo saludos,
risas,
deseos,
señales,
gestos...

Pero no pasaste,
esperé en vano.
Y al llegar la medianoche,
no hubo más remedio
que levantarse,
sacudir el polvo acumulado,
y tomar el camino de regreso.

No pedía mucho,
pero ya qué...
El Sol y la Luna
pueden seguir
sus jornadas.