domingo, 22 de diciembre de 2013

Carlitos

Esto duele, y mucho. Profundamente.

Lo que estoy escribiendo requirió de muchos minutos de escribir con ira y dolor. Después de casi terminar y recapacitar me doy cuenta que nada vale plasmar esos sentimientos, porque nunca suma el transmitir el odio a los demás. El odio nunca ha resuelto nada para bien. Es hora de borrar y escribir todo otra vez.

Ahora solo quiero respirar y relajarme mientras acepto la realidad y envío mi mensaje.

Yo soy un ente que más que nada en la vida quiere llenarse de amor para entregar a los demás, que no quiere perder la sensibilidad porque es lo que éste mundo más necesita. Quiero ayudar a los demás y encontrar la felicidad que todos buscamos. Pero en momentos así me visita la impotencia, la tristeza, la furia, desprecio... y demás emociones que afectan mi alma. Y si eso soy yo, ni me imagino los demás.

Sé que no sirve de nada llorar por la leche derramada, ni recriminar a otros por los errores que han cometido, pero solo por saberlo no se va el dolor. El dolor de ellos, los afectados. Nosotros.

Ya solo queda mirar siete pies bajo tierra por un momento, derramar una lágrima de agradecimiento y mirar hacia adelante. Caminar y cargar con el recuerdo de una vida que, más que dar dolor por su partida, lo que hace es darle un alegre e intenso sentido a la vida.

Aprendemos a caminar dejando personas atrás, pero sin dejar de estar verdaderamente con ellas. Hacerlas parte de nosotros, y de la misma forma ser parte de ellas.

Es difícil decir adiós a quien todos los días le dábamos un hola.

Ya no se me ocurre nada más que escribir, solo llorar tu partida y con los que por ella se entristecen. Nos queda perdonar y esperar lo mejor. Mantener limpio el corazón.

Buenas noches, Carlitos. Te extrañaremos.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Microrrelato: Heartbreak and Heartbeat

Sí, título en inglés otra vez.




Lo que tenían terminó.
Un corazón salió roto, pero otro lo hizo renovado.

Uno perdió su razón para latir.

Ésta se había marchado.
Heartbreak.

El otro, por el contrario, encontró la suya.

Pero en otra parte.
Heartbeat.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Puzzles

Sí, el título de esta entrada está en inglés. Supérenlo.

Como la imagen dice implícitamente: cada uno lleva sus piezas a cuestas

Dicen por ahí que cada uno es un rompecabezas.
Yo difiero.

Creo que nosotros sí tenemos piezas, somos un conjunto de ellas, pero no somos un rompecabezas completo. Ni por más pequeño que sea. Algunos necesitamos más piezas, otros solo necesitan unas pocas para completarse, pero nadie por sí solo es uno completo.

Cada vez que estamos con una persona y nos involucramos con ésta nuestras piezas buscan su puesto. Las piezas caen todas en el suelo, como si un niño de seis años le hubiese dado la vuelta a la caja abierta; luego por sí solas empiezan a buscar su encaje y tratar de armarse. Muchas piezas encajan a la perfección, otras un poquito forzadas, pero encajan; otras por más que se intente no lo harán.

Al final queda un paisaje, completo o casi en su totalidad. Puede quedar también una pradera a la mitad, una flor, alguna casa de campo hecha de madera... todas éstas con piezas faltantes, claro está. Pero también puede quedar hecho una confusión de partes, en la que no se distingue bien la imagen. Una pena.

Normalmente todos tenemos alguna pieza que encaja con la de otro, pero no por eso todas sus piezas pueden completar nuestro rompecabezas. O quizás sí, quién sabe...

¿Sabes quién completa tu rompecabezas?

Cuatro meses, Toby

Hola, Toby.

Ya han pasado cuatro meses y seis días desde que te fuiste. Creí que había superado tu partida, pero al volver a leer las entradas que te escribí no pude evitar que cayesen las lágrimas. Más grande fue la fuerza de gravedad que halan mis sentimientos y provocan éste pesar.

Si tengo el rostro empapado ahora es porque mis palabras fueron sinceras, y verdaderamente expresaban todo lo que sentí... y siento. Quiero recordarte sin dolor, pero aún no es tiempo, aún no cicatriza la herida en mi corazón, aún no me he perdonado.

¿Te tratan bien allá? ¿Cómo son tus dueños? ¿Me esperas?
. . .
¿Me esperas?

Espero que sí. Te quiero, mano.