domingo, 25 de agosto de 2013

Ya se cumple un mes

Hola, Toby.

Hoy se cumple un mes desde que te fuiste, o desde que te llevaron. Si es el último, entonces es mejor decir desde que te hicieron el favor de llevarte. Treinta días pasan deprisa, y mucho más en estos tiempos donde ni siquiera tenemos tiempo para pensar en el tiempo. No, no valga la redundancia.

Supongo que si pudiste ya has tenido tiempo para pensar, y no espero que hayas pensado en mí, pero sí espero que hayas pensado en perdonarme; vuelvo y repito, si puedes. Aunque no dudo que puedas, eres mejor persona de lo que yo lo he sido.

No sé qué plan tenga Dios con los animales, pero sin duda fue grato tenerte junto a mí, aunque yo no lo supe apreciar. Pero no importa mucho lo que ya pasó, solo importan las lecciones que las experiencias nos van dejando.

¿Cómo estás, Toby? Espero que bien. Sé que estás mejor, al menos.
Te sigo extrañando.

domingo, 18 de agosto de 2013

Antes y Ahora

Domingo 18 de agosto, 1572
Camino a las Islas Canarias, Océano Atlántico

Bitácora del Capitán:

Sí, lo sé. Soy el Capitán más irresponsable por haber perdido casi dos meses de Bitácora de este barco. ¿Y qué van a hacer? ¿Juzgarme? He estado ocupado, navegar no es fácil y ustedes lo saben. Aún así no me quito la falta de no haberlo hecho. Mis disculpas a quienes estén leyendo.

Para actualizarlos sobre los últimos acontecimientos daré este breve resumen:
-El ancla pudo ser sacada sin repercusiones.
-Fuimos a un puerto de La Española a abastecernos.
-Vendimos pescado y tenemos algo de dinero.
-Estamos de camino a España para llevar un cargamento de plantas y frutas.

He meditado mucho estos días. He llegado a la conclusión de que como capitán cumplo mis labores básicas, pero solo me limito a cumplirlas y no ir más allá. Recuerdo que en mis días de infancia cuando mi padre y yo navegábamos en su barco, yo era todo un tripulante. Seguía las órdenes de mi padre al pie de la letra, y me gustaba tanto sentirme parte del barco que cumplía las tareas que se me asignaban y realizaba otras que no. Me gustaba sentirme dueño del barco, y saber que éste estaba reluciente y en óptimas condiciones. Sentí que era dueño del mejor barco del mundo.

Ahora las cosas son diferentes. Pongo solo el empeño necesario para hacer lo que debo, y mi barco no está tan reluciente como recuerdo que dejaba el de mi padre cuando pequeño (bueno, lo imaginaba bastante limpio, y éste lo está, así que a lo mejor estoy exagerando; mis tripulantes lo limpian bastante bien).

Uno puede pensar que antes las cosas eran mejores. Pero la mayor parte del tiempo somos nosotros los que éramos mejores.

¿Les había dicho que íbamos de camino a España? Pues sí, vamos de camino a España. Odio España. Sé que es donde están mis raíces, pero no porque de allí vengo quiere decir que sea bueno. Digo, es una sociedad muy acelerada y muy dada a las emociones, los impulsos y demás, en vez de organizarse y procurar hacer las cosas bien. No me gusta la tierra en donde están sentadas mis raíces, pero no la niego; es algo que me enseñó mi padre desde pequeño. Soy de España, pero no trago 12 uvas en año nuevo. Aún así hay muchas cosas que admiro de ella: es muy cultural, ha dado muy buenos escritores, pintores y la comida es excelente. Si no fuese por la paella...

Ya estoy deseoso por llegar y llevarle obsequios a mis padres y mi hermana, los cuales amo desde lo más profundo de mi corazón. Más profundamente de lo que pueden ser los océanos. Cuando llegue espero probar el rico té de mamá, charlar con mi papá, caminar por la ciudad con mi hermana y, quién sabe, tal vez comprar unos guantes de seda. Uno nunca sabe a quién se los pueda regalar.

.-Capitán Jorge A.-.