domingo, 3 de febrero de 2013

¿Yo, un hipócrita?

Hoy, Domingo 03 de Febrero del 2013, me embarqué hacia la aventura de reencontrarme con mis compañeros de colegio en el día de ex-alumnos del ITESA. Mientras Omar y yo esperábamos a que en el salón de actos terminaran de hacer una charla o sabrá Dios qué cosa, decidimos sentarnos en los bancos junto al comedor a charlar un poco sobre cuestiones de la vida.

Uno de los temas que tocamos fue la humildad y la hipocresía. Me contaba que la humildad era una forma de hipocresía, pero yo no estaba de acuerdo, ya que es cierto que la humildad y la hipocresía están divididas  por una fina línea. Más tarde se aclaró que lo que él quiso decir es que lo que comúnmente vemos como una actitud humilde, ante una determinada situación de presión a la persona se puede desenmascarar una oculta hipocresía. Agregó que contadas veces había visto a alguien mantener su humildad ante semejantes circunstancias. Cuando le conté que en cierto tema trato de no verme desagradable y evito dar mi verdadera opinión, me dijo que soy un hipócrita.

Me chocó mucho el que se me haya llamado hipócrita.

Al salir de ITESA y haber tomado una guagua para quedarme una o dos calles antes de mi casa, me dediqué a caminar el trayecto. Cuando estaba por cruzar el portón del colegio Nuestra Señora de la Fe, una joven empieza a hacerme 'Pssst, pssst', yo me giro a mi izquierda y la veo. Me sonríe y me saluda como si me conociera, pero yo no la conozco. Tuve miedo de herir sus sentimientos (lo cual siempre me sucede), así que la saludé igual, y me le acerqué. Si hay algo en lo que muchos podemos coincidir es que no queremos ser de esos que olvidan a las personas. Me sucede mucho con los nombres, pero no olvido un rostro. A ella no la conocía de ningún lugar.

Estaba en la galería de su casa, y ya estaba frente a ella. Al acercarme confirmé que no la reconocía, así que seguí el juego y dije:
—Hey, dime a ver. ¿Cómo estás?
—Bien, ¿y tú?
—Tranquilo —empiezo a sentir incómoda la conversación—. ¿Aquí vives?
—Sí.
—Ah, qué bien —ya esto es más que incómodo—. Bueno, ya tú sabes. Cuídate.

Mientras me alejaba me la pasé preguntándome qué habría pasado por su cabeza cuando me fui. No sé si ella me confundió con alguien o si tendrá algún tipo de problema, pero todo esto se hubiese podido solucionar de una forma fácil: siendo sincero conmigo mismo, no siendo hipócrita.

Hubiese podido saludar y seguir caminando en vez de tener que forzarme por agradar a alguien, o haberme acercado y preguntarle qué quería. Qué incómodo hubiese sido si me confundió con alguien y me ve fingiendo como que la conozco. Pensará que soy un idiota... lo cual no está muy lejos de la realidad.

Eso me enseñó una valiosa lección, la cual pienso guardar: De aquí en adelante ser honesto conmigo mismo. No siempre se podrá agradar a todo el mundo. Supongo que de esta forma expulsaré al hipócrita que llevo dentro.

4 comentarios:

  1. Dime lo de compra el café. Como asiiii y pa dale like?

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  2. Perdona, es una mendigación para que me donen que puse hace años xD
    En seguida lo quito.

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  3. Caminar por ahí, toparse con personas que uno no conoce y tener que hablar, es una buena escuela. :)

    Sigue escribiendo, te leeré siempre. ;)

    S I E M P R E

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