jueves, 7 de febrero de 2013

El barco no se ha hundido.

Jueves 07 de Febrero, 1572
A varios 64 km del asentamiento español en La Española

Bitácora del Capitán:

Estos últimos días de navegación me han servido mucho para meditar. Mientras el barco sigue su curso y el oleaje cambia su estado (a veces manso y a veces turbulento), me voy conociendo más a mí mismo. Me doy cuenta que he cambiado, y eso me alegra.


Claro está, todavía hay muchas cosas por trabajar. Todavía no domino completamente el arte de timonear mi barco, no alzo las velas a tiempo, debo seguir surcando mares, conseguir más tripulación, debo aprender a luchar mejor contra las embestidas que dan las tormentas, debo conseguir mejores cañones... Todos estos son trabajos que debo hacer solo, porque es mi deber.

Las últimas tormentas, aunque furiosas desataron su ira sobre mí, fueron buenas maestras. Me enseñaron a mantener el control sobre mí mismo, a pensar con la cabeza fría, a saber perder... Sí, a saber perder, porque he perdido. En medio de tormentas me he visto en la obligación de cambiar el rumbo del barco, porque si luchaba contra la marea el que perdería soy yo. Es sabio reconocer qué batallas no se pueden ganar. He tenido que desviar rumbos y dejar de llegar a costas deseadas por mantener el buen estado del barco.

Pero aquí estoy dentro de mi barco, el cual sigue navegando, el cual no se ha hundido. Tormentas van, tormentas vienen, pero de seguir navegando se trata el ser un marino. Quiero llegar a una costa, pero no vale la pena luchar contra tempestades para llegar más rápido, mejor disfrutaré de una ruta larga y segura. Después de todo, necesito estar conmigo mismo un rato más antes de meterme en los afanes del puerto.

.-Capitán Jorge A.-.

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