viernes, 2 de junio de 2017

El hombre cuerdo


Don Quijote, mientras cabalgaba camino a su hogar, se topó con Caperucita huyendo de un cachorro juguetón. "¡Auxilio, me persigue un lobo!", lloraba ella. Quijote miró con desprecio la niña que alucinaba. Más adelante se encontró con Ricitos de Oro, quien lloraba ante tres osos de peluche. "¡Lamento haberme comido su sopa, no me hagan daño!", exclamaba entre sollozos. Miró a ésta también con desprecio.

Al llegar a su colina, contemplando su hogar rodeado de molinos, pensó orgullosamente: "Aquí es donde pertenezco, lejos de toda esa gente loca, rodeado de gigantes."




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