lunes, 3 de abril de 2017

Bitácora del marinero #1

Bitácora del Marinero

Escribo esto porque esta noche ha pasado algo muy extraño que me ha sobresaltado mientras dormía y ya no puedo conciliar el sueño. Además porque he visto al Capitán escribir en su bitácora y siempre he querido yo también. Bajo la luz de las velas y enfrentando el frío que hace esta noche escribo estas palabras para describir lo que escuché.

Como simple marinero de este barco, duermo  profundamente todas las noches debido a la gran carga de las labores del día a día. Todos los marineros dormimos así, no son tareas fáciles y no todos los cuerpos lo aguantan; mucho menos hacerlo todos los días. Pero extrañamente, justo esta noche, tuve el sueño ligero.

Me levantaron los pasos de una persona que caminaba sobre el piso del barco, el cual está justo encima de nuestro dormitorio. El sonido que provocaba su caminar me despertó y me espantó por alguna razón que desconozco. Por un instante pensé que podía tratarse de algún pirata infiltrándose en el barco, por lo que tomé mi navaja y me deslicé rápidamente hacia la escotilla sin hacer ruido para confirmar quién caminaba sobre la cubierta. Asomando mi cabeza hacia fuera, iluminado por la tenue luz que ofrecía la Luna, identifiqué la silueta del Capitán.

Creí que estaba despierto a esta hora para actualizar la ruta o hacer algún pequeño giro al timón, pero en cuanto vi que pasó de largo a este último y caminó hacia la punta de la proa desistí de volver a la cama. Era extraño, estaba confundido y asustado, ¿se iba a suicidar el Capitán? Estaba de pie en una posición algo peligrosa, en la que cualquier choque fuerte de alguna ola lo podría sacar de equilibrio y lanzarlo al oscuro mar. Cuando me preparé para saltar y advertirle sobre el peligro, éste empezó a gritar:

—¡Esta ancla, la cual cargué conmigo por tanto tiempo, ya no me será más un obstáculo para mover mi barco, sino, más bien, una ayuda para mantenerme en el puerto al cual debo llegar!

Después de unos segundos en el que contempló el vacío que se encontraba frente a él, como si hubiese esperado respuesta de aquel abismo, bajó de la proa y se dispuso a volver a sus aposentos nuevamente. Me di la vuelta para ver si alguno de los otros marineros había visto o escuchado lo mismo que yo, pero todos seguían durmiendo.

Con el corazón un poco acelerado y con más preguntas que respuestas volví a mi cama a escribir esto que acaba de suceder, con el consuelo de que me ayude a poder conciliar el sueño nuevamente. Espero que me sirva.

También espero, algún día, entender qué sucedió aquí.

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