domingo, 26 de enero de 2014

Medio año, Toby

Seis meses.
Dos trimestres.
Medio año.

No estoy seguro si decir que el tiempo pasa volando. Tal vez no es el tiempo, sino nuestra conciencia o nuestra atención a él la que sale despegada. No me extrañaría, todo se lo echamos al tiempo. Nunca es nuestra la culpa.

No lo vas a creer... Orita salí al patio para darle de comer a Molly y a Baki y creí verte en uno de los agujeros de los blocks de tu casita. Fue casi si como tú también hubieses estado ahí esperando comer de ese moro de guandules que llevaba en la cacerolita. Hasta me acerqué más a la casita a ver si estabas, pero no. Es como si hubiese salido de trance y hubiese vuelto a ver tu hogar con el techo medio desmoronado, en vez de una arregladita y contigo dentro.

Cuando entré y me senté en la sala a trabajar esperé oírte ladrar, aunque sea por un producto de mi imaginación; pero nada. Hoy me puse a pensarlo y no sé si realmente esté listo para tener otro acompañante como tú, y estoy casi seguro de que no. Un amigo merece cuidados continuos, merece tiempo y cariño. Esas son cosas que no puedo dar como se requieren. Lamentablemente tuve que aprenderlo de la manera más dura, y contigo como profesor. O víctima.

No le he vuelto a ver una garrapata a Baki, eso es bueno. Aunque no puedo darme crédito por eso, no lo he bañado, y tengo que comprarle comida ya. Molly está negra con un rojizo cobre, y está bien. Las cosas han seguido un buen curso hasta ahora.

Extraño tenerte de dos patas, reconocerte casi de mi alto y acariciarte. Creí que esta vez, por fin, iba a poder escribirte esta carta sin lágrimas; pero no. Dejaste un vacío, y no solo en tu casita. Sé que sufriré mucho si deciden quitarla, como cuando quitaron la panadería de abuela.

¿Qué clase de dueño soy yo que un día como hoy no te deja un arreglo? Te digo yo...

Me duele mucho tu partida todavía.
Te quiero mucho, Toby.

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