—Yo como que quiero llevarte.
—¿Llevarme a dónde? —preguntó ella, extrañada.
—Quiero llevarte donde la paz y el entorno son uno. Donde estuvimos supuestos a nacer y morir juntos, donde a veces el polvo bajo nuestros pies es un lujo y un placer. Donde puedo verte levantarte y sonreírme cada mañana con la misma sonrisa con la que volverías a la cama conmigo. Donde la lluvia nos lleve siempre al delirio en cada ocasión, y cada gota que toca nuestro suelo sea una bendición.
—Anjá, continúa...
—Quiero llevarte a un lugar donde el calor pueda compararse solo con el de nuestro amor, y donde el frío sea la razón por la que nuestros cuerpos estén siempre juntos. Quiero que un espacio pequeño sea más que suficiente para nosotros. Deseo llevarte a los confines de la tranquilidad, donde todos creen que no hay nada, y hay todo. Donde quienes nos rodean no puedan evitar que cosechemos lo que sembremos. Quiero que estés conmigo en ese cielo que tú y yo construyamos, contemplando todas las noches las melodías y obras de arte que tiene el Creador para nosotros. Aquel lugar donde solo nos es posible suspirar amor. Donde tu piel y la mía no rocen, sino que se mezcle. Quiero llevarte a un lugar hermoso.
—No terminas de decir a dónde quieres llevarme, tonto —dijo entretenida.
—Quiero llevarte al campo, amor —dijo él con una sonrisa.
¿Por que me gusto tanto?
ResponderEliminarA lo mejor porque te gusta el campo también. Gracias por leerme :)
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